martes, 20 de diciembre de 2011

“Si no sabes adónde te diriges, cualquier camino que elijas te conducirá a tu destino."


Una encuesta realizada hace un par de años en Estados Unidos demostraba que sólo un 35% de los empleados de las más de 2000 empresas entrevistadas eran verdaderos conocedores de los objetivos marcados por éstas. De alguna manera, los empleados se mueven a ciegas dentro de sus organizaciones, sin una clara idea de porqué es ese el camino elegido. Y si no tenemos claros esos objetivos, ¿cómo podemos desarrollar la pasión necesaria para ayudar a alcanzarlos?

Tan importante como ser conocedores de la misión, visión, valores y objetivos de nuestra empresa es ser conocedores de los que rigen nuestras propias vidas, si queremos  alcanzar un nivel de equilibrio y armonía adecuados entre lo personal y lo profesional.

Hasta hace relativamente poco tiempo, pocos eran los ejecutivos que se preocupaban por desarrollar un satisfactorio nivel de auto-conocimiento. El éxito laboral estaba garantizado a través de un adecuado uso y desarrollo de nuestro hemisferio cerebral izquierdo: una sólida base académica y unos conocimientos técnicos profundos eran a menudo suficiente para  abrirnos la puerta a una posible carrera profesional de éxito. Saber establecer una conexión entre cómo nos comportábamos bajo estrés y su habilidad para fomentar la lealtad y fomentar y retener el talento dentro del equipo que dirigían no solía ser prioritario.

Sin  embargo, sólo podremos cosechar éxitos en la dura coyuntura actual, si complementamos nuestras habilidades técnicas con un dominio y desarrollo del hemisferio derecho.

Nuestros sentimientos no son irrelevantes, como muchos tienden a pensar; son verdaderas fuentes de información. Sólo sabremos cómo actuar si somos capaces de discernir cómo nuestros actos y decisiones nos hacen sentir. Para ello, hemos de empezar a prestar atención a cómo nos sentimos.

El auto-conocimiento nos permitirá identificar con mayor claridad nuestras fortalezas y puntos de mejora para ser capaces de obtener un mayor aprendizaje de nuestras propias experiencias. Una forma de conseguirlo es siendo más pro-activos a la hora de dar y recibir feedback. Dar feedback constructivo a los miembros de nuestro equipo ayudará a potenciar aún más sus fortalezas y ayudarles a establecer planes de acción para transformar sus debilidades en oportunidades de mejora y, sobre todo, ayudaremos a establecer una confianza absolutamente necesaria para conseguir alcanzar nuestros objetivos gracias al esfuerzo conjunto de todos los miembros. Y cuando empecemos a dar, empezaremos también a recibir feedback. Esa confianza depositada en los demás nos ayudará a retroalimentarnos y conocernos mejor, a potenciar nuestro crecimiento personal y profesional, abrir los ojos a nuevas ideas y perspectivas, y entrar en un proceso de aprendizaje continuo.

El auto-conocimiento a través de nuestros esfuerzos intrínsecos y de mantener una conexión abierta con el exterior nos permitirá encontrar la pasión necesaria para elegir nuestro destino y saber encontrar el camino que más nos haga disfrutar.