Hasta hace relativamente poco, poseer una sólida experiencia laboral y un profundo conocimiento en la materia eran factores más que suficientes para asegurarse un buen puesto de trabajo o poder encontrar otro mejor con suma facilidad. La recesión económica ha hecho que nuestra ACTITUD en el entorno laboral adquiera tanta relevancia como nuestra experiencia y know-how. Sin una actitud adecuada difícilmente conseguiremos encontrar y mantener un buen trabajo en un entorno profesional actual mucho más agresivo que nunca.
Estudios realizados en EEUU sobre porqué una buena parte de los empleados contratados (cerca del 46%) no logran mantenerse en sus puestos durante un período de tiempo significativo, revela que el 89% de las causas tienen que ver con la falta de inteligencia emocional, falta de motivación, la actitud errónea hacia los objetivos organizativos, o la falta de humildad que les impide crecer. Sólo el 11% de los 20.000 casos analizados se justificaban a través de una falta de capacidad técnica.
Sin embargo, ser conscientes de que la actitud es crucial para el éxito no es suficiente para evitar el coste tan astronómico que implica errar al contratar a ese 46%; es imprescindible definir dentro del marco organizativo qué actitudes son las correctas para alcanzar el éxito y, por inercia, identificar aquellas que son incorrectas y que conducirán al fracaso.
Precisamente este 46% es el que genera mayores preocupaciones a los líderes, consumiéndoles una buena parte de su tiempo y evitando que la organización dedique mayor tiempo y recursos a producir valor añadido. Se trata de individuos que se podrían convertir en exitosos si no fueran tan negativos, o dejaran de dedicarse a culpar a los demás por los fallos cometidos, o no se resistieran al cambio, o dejaran de obsesionarse por obtener reconocimiento personal de manera continuada.
El líder debe identificar rápidamente cuáles son esos factores que impiden que el equipo abandone la mediocridad y sea capaz de alcanzar la excelencia y debe formar a su equipo para arraigar una serie de principios básicos para el éxito:
Ø La colaboración es la única manera de alcanzar la excelencia; colaborar sin que se nos exija, sino que salga de nosotros y sin esperar nada a cambio.
Ø Disposición y deseo de compartir ideas constructivas sin poner a nadie a la defensiva
Ø Asumir responsabilidad personal por la calidad del trabajo sin echar culpas ni buscar excusas. Si surgen problemas se solucionan y luego se comparten las soluciones con los demás para que todo el mundo aprenda y no se vuelvan a cometer los mismos errores.
Ø Ser más autodidactas; si no sabemos hacer algo, no nos bloqueemos, busquemos opciones y soluciones alternativas o recursos diferentes para encontrar soluciones.
Identificar estas necesidades básicas en la actitud de las personas que vayamos a contratar es básico si queremos evitar los tremendos costes, impactos en la productividad y eficiencia, y dolores de cabeza que acarrean la rotación continua de personal que estamos viviendo en el entorno actual.