sábado, 2 de abril de 2011

LA EVOLUCIÓN DE LA ESPECIE





En una ocasión, cuando Einstein era profesor en la prestigiosa Universidad de Princeton, uno de sus asistentes quedó perplejo al ver que el genio administraba el mismo examen de física al mismo grupo de estudiantes avanzados por segunda vez en meses. Mientras regresaban al despacho, el asistente le preguntó: “profesor, ¿no eran esas las mismas preguntas que las del año anterior? A lo cual Einstein respondió: “¡el examen es el mismo, pero las respuestas ya no lo son!”.
En aquel entonces, el mundo de la física evolucionaba a tal velocidad que aunque se administrase el mismo examen dos veces en poco tiempo, las respuestas correctas ya habrían variado.
La coyuntura actual ha dado pie a rápidos y turbulentos cambios sociales. En los últimos 3 años, un elevado porcentaje de la población laboral activa de nuestro país se ha visto en la necesidad de desempeñar responsabilidades diferentes en su propia empresa o bien ha perdido su puesto de trabajo y se ve obligada a reinventarse; de cualquier modo, el desarrollo de nuevos talentos y habilidades que nos permitan adaptarnos a la realidad se ha convertido en imprescindible.
En 1992 tuve la magnífica posibilidad de incorporarme a la sede de Frankfurt de Procter and Gamble (P&G), una de las principales corporaciones mundiales en el sector de bienes de consumo, y que dedicaba ya en aquel entonces una buena parte de su formación corporativa al desarrollo de la adaptación al cambio. P&G había implantado hacía muchos años una política de rotación interna continua, y fomentaba no sólo la rotación interdepartamental, sino que motivaba a los empleados a asumir cargos en otras áreas geográficas, con el fin de enriquecer el multiculturalismo, la diversidad y la adaptación a entornos diferentes. En definitiva, formaba a sus empleados para convertirse en maestros, y no víctimas, del cambio.
La gente que tiene más éxito y es más feliz es la que se orienta hacia el futuro,  no se apalanca en el presente y se concentra en factores que sí están en su círculo de influencia. Hemos de reflexionar sobre nuestras vidas para reinventarnos y convertirnos en verdaderos líderes de ellas - más felices, más capaces y más satisfechos.
Para conseguirlo, hemos de aprender a afrontar la realidad, centrándonos en lo que es correcto, y no perder el tiempo en saber quién tiene la razón o querer tenerla nosotros. Cuanta más claridad tengamos sobre dónde queremos estar en el futuro, más sencillo nos resultará tomar decisiones para alcanzar nuestros sueños.
Pensar de manera diferente, preguntando e indagando tanto como podamos para basar nuestras decisiones en hechos y no en emociones.
Reorganizar nuestras vidas; en las reestructuraciones empresariales, los recursos y el talento se transfieren a las áreas que presentan las mayores oportunidades de crecimiento; de igual modo, reestructurar nuestras vidas implica aprender a dedicarle más tiempo a las actividades que nos proporcionan mayor satisfacción y felicidad.
Aprender de la simplicidad, reduciendo la complejidad de nuestros propios procesos y maneras de pensar, ser capaces de delegar aquellas tareas que otros puedan hacer mejor que nosotros, o eliminarlas si no nos aportan nada.
En definitiva, para reinventarnos y retomar el control de nuestras vidas hemos de empezar por preguntarnos: “con todo lo que he aprendido de la vida ¿qué me gustaría hacer a partir de ahora? y ¿qué puedo hacer diferente para que mi sueño se cumpla? Sólo nosotros mismos tenemos control de nuestras vidas; si dejamos que el control nos llegue impuesto por otra gente, situaciones o circunstancias conseguiremos que el estrés y la negatividad invadan nuestras vidas.
“No necesariamente sobrevive el más fuerte o el más inteligente, sino el que mejor se adapta al cambio”. Charles Darwin