jueves, 21 de octubre de 2010

“APRENDER A HACER”: FILOSOFÍA DEL LIDERAZGO ACTUAL

“El padre le dice al hijo:
-                      Hijo mío, no tienes la obligación de volar, pero sería una pena que te limitases a andar,
-                      Yo no sé volar.
El padre lo llevó a la parte de arriba de un barranco.
Cuando quieras volar, vienes aquí, coges aire, saltas al fondo y volarás.
            El hijo dudó:
                        ¿Y si me caigo?
                        Si caes no morirás. Sólo te harás algunas contusiones.
            Los amigos:
                        ¿Estás loco? ¿Para qué necesitas volar?
            Otras personas:
                        ¿Y si fuera cierto? Pruébalo primero desde un árbol
            El chico subió al árbol, desplegó sus alas y las movió con fuerza, pero cayó al suelo y se hizo una contusión
            El chico le dice al padre:
                        Me has engañado. No puedo volar
Puedes volar. Pero para conseguirlo debes disponer del espacio de aire libre necesario para que las alas se puedan desplegar y asumir ciertos riesgos.” (Jorge Bucay)
¿Cómo puede el líder de hoy en día asegurarse de que su equipo disponga del suficiente espacio de aire libre para desarrollar sus capacidades al máximo? ¿Y cómo preparar a su equipo para que si alguien cae, no se haga más que un rasguño, sin que esto se convierta en un impedimento para seguir aprendiendo?
Una responsabilidad importante del líder es la de proporcionar a su equipo el apoyo necesario para que todos los miembros sean capaces de responder con rapidez y de manera apropiada a los continuos cambios del entorno, ayudándoles a:
Desarrollar al máximo la iniciativa individual, la flexibilidad y el sentido de la responsabilidad,  que sólo se podrán conseguir si el equipo se siente realmente apoyado y acompañado por su líder en todo momento.
Participar activamente en los procesos de decisión. Sólo cuando los individuos se sienten parte integral del proceso de decisión, dan todo lo mejor de sí mismos para alcanzar los resultados extraordinarios deseados.
Desarrollar un sentido de misión de grupo y organizativo. Definir los objetivos y la misión organizativa es clave para aportar luz y dirección a los equipos de trabajo de cualquier empresa. El líder ha de transmitir claramente toda la información necesaria a sus miembros para que éstos se puedan lanzar a volar con un riesgo limitado, disponiendo de todas las herramientas y conocimientos necesarios para ello.
Moverse fácilmente a través de estructuras jerárquicas planas y fluidas. Probablemente los puntos anteriores sean muy difíciles de implementar en  aquellas organizaciones altamente jerarquizadas, donde prevalece más el protocolo que la importancia del flujo de la comunicación interna. Uno de los problemas más comunes y desmoralizantes en una buena parte de las empresas hoy en día, es el despilfarro de tiempo y esfuerzo interno en la búsqueda de información. En aquellas empresas planas y fluidas, los empleados dedican su tiempo a que la empresa prospere en el duro mercado actual y no tanto a defender sus intereses internos.
Apoyar, a su vez, a los miembros del equipo para que desarrollen un estilo de liderazgo flexible y proactivo, de manera que el crecimiento continuo del equipo impulse el propio crecimiento del líder.
Un líder sólo logrará cumplir sus objetivos si implementa la filosofía coaching centrada en “aprender a hacer” y no en “enseñar a hacer”. Una parte importante del éxito no yace tanto en la sabiduría, experiencia y conocimiento del líder, sino en la capacidad de los individuos que conforman el equipo para “aprender a hacer” por sí solos. De esta manera, aprender a volar será toda una experiencia, y no una barrera que nos impida crecer.

martes, 12 de octubre de 2010

INTELIGENCIA EMOCIONAL EN PLENO VUELO: ¿CÓMO ENGAÑAR A LA AMÍGDALA?

Hace unos años, me tuve que desplazar a Budapest para trabajar en un proyecto. Cuando nos aproximábamos a Múnich para cambiar de vuelo, mi avión no logró evitar el ojo de una tormenta. El aeropuerto de Múnich tuvo que cerrar durante media hora y todos los pasajeros que nos encontrábamos a bordo experimentamos el significado de la palabra “pánico”, sobre todo cuando nos percatamos que hasta la propia tripulación se estaba poniendo muy nerviosa.  No podía cesar de pensar que cabía la posibilidad de no llegar a salvo a destino. ¡Fue una de las peores experiencias de toda mi vida!
Meses más tarde, tuve la oportunidad de asistir a un magnífico seminario en Michigan impartido por un renombrado coach corporativo y de deportistas de élite, que narró una experiencia personal idéntica a la mía, pero desde un enfoque mental muy diferente:
En una ocasión, regresaba a casa tras haber impartido un seminario a un grupo de directivos en Oregón, y tomé un vuelo nocturno. A la media hora del despegue, el piloto anunció que mantuviéramos los cinturones atados, ya que íbamos a atravesar turbulencias. Pero cuando añadió “conseguiremos pasar la tormenta, no se preocupen” es cuando realmente se me puso la piel de gallina. Nunca antes, me había encontrado en una situación en la que el piloto se aseguraba de mencionar que llegaríamos a nuestro destino final; siempre lo había dado por sentado.
Cuando las turbulencias empezaron, nunca había experimentado nada igual. Parecía como si el avión hubiera caído varios cientos de metros de golpe, como si fuera a darse la vuelta. Podía oír el ruido del metal del avión provocado por las turbulencias y me preguntaba cuánto más tiempo aguantaría el avión. Todo el mundo gritaba, hasta las azafatas. La voz del piloto se oyó de nuevo por los altavoces, una voz nada tranquilizadora, informando que el cambio del tiempo había pillado a la torre de control por sorpresa y que lo único que podía hacer es atravesar la tormenta.
Estaba aterrorizado y mi cuerpo estaba en un estado cercano al pánico. Apoyé la cabeza contra la butaca, cerré los ojos y me dije a mí mismo: “¡Un momento! ¿Es todo este miedo una respuesta inteligente? ¿Me va a ayudar si el avión se estrella? Si tuviera la más remota posibilidad de salvarme, ¿me ayudaría a encontrar la salida con rapidez, cargando con todo este peso que me genera la ansiedad?
Entonces me dije a mí mismo que no eran las turbulencias las que estaban auto destruyendo mi fisiología en esos momentos, sino más bien la respuesta de mi cuerpo a las turbulencias.
Con los ojos cerrados y la cabeza bien apoyada en el asiento forcé una sonrisa en mi cara. Sabía que para bloquear las células del miedo en la amígdala, tenía que usar una imagen poderosa…y pensé en la imagen de mi juventud, cuando en verano, mis amigos y yo íbamos a la feria; mi predilección eran los autos de choque. Nos subíamos a ellos y como locos íbamos contra cualquiera que se nos cruzara en la pista. Me vi riendo y pasándomelo bien, hasta incluso podía oír la música del carrusel. Los gritos del avión se convirtieron en los gritos de gente que se divertía y en cuestión de segundos mi fisiología se había transformado. Conseguí engañar a la amígdala, haciéndola pensar que estaba disfrutando con los autos de choque en la feria, en lugar de estar en un avión que luchaba por mantenerse en vuelo.
Cuando aterrizamos, al abrir los ojos, estuve a punto de decir “¡qué vuelo tan estupendo!” Estoy seguro que la gente que me había visto sonreír durante el vuelo habría pensado que había perdido la cordura”.
El gurú americano de inteligencia emocional, Daniel Goleman describe la posición tan privilegiada de la amígdala como centinela emocional del cerebro. Las señales sensoriales visuales o acústicas viajan al tálamo y de ahí a la amígdala. Sin embargo, se produce una segunda señal que envía el paquete de información recibida en el tálamo hasta el neocortex – la mente pensante. De esta manera, la amígdala tiene la posibilidad de responder antes de que lo haga el neocortex, explicando así nuestras reacciones impulsivas ante ciertas situaciones.  
Siendo conscientes de cómo funciona nuestro cerebro y de que podemos entrenarnos para engañar a la amígdala, ¿Por qué no utilizar este conocimiento para aprender a gestionar mejor nuestras emociones? ¿Cómo podemos aprender a no reaccionar impulsivamente la próxima vez que nos veamos envueltos en un conflicto laboral? ¿Cómo mejorar nuestras relaciones con los demás? ¿Cómo podemos aprender a empatizar más y a comunicarnos mejor? ¿Qué otros muchos objetivos personales y profesionales podríamos alcanzar si en lugar de dejar que la amígdala secuestrase nuestras emociones, utilizáramos toda esa energía de manera positiva?
El coaching es sin lugar a dudas una herramienta indispensable para aprender a evolucionar en todos estos aspectos; nos ayudará a aclarar y priorizar nuestros valores, que son la brújula que guía nuestras decisiones; nos hará tomar consciencia de nuestras creencias limitadoras para reemplazarlas por creencias fortalecedoras; nos ayudará a entender mejor nuestras emociones y nos guiará a la hora de establecer objetivos vitales que nos motiven tanto personal como profesionalmente.
El coaching es una metodología personalizada que se centra en estimular el desarrollo permanente de las habilidades de un individuo, de un equipo o de una organización. Se trata de una metodología que remonta a la época de la antigua Grecia. Sócrates recurría al arte de hacer preguntas para guiar a sus alumnos por el camino de la reflexión; Sócrates no pretendía “enseñar a hacer” a sus alumnos, sino que quería que éstos fueran capaces de “aprender a hacer” por sí mismos. Precisamente esta metodología basada en el “aprender a hacer” conseguía que los cambios de paradigma realizados fueran profundos y perdurables.
Hoy en día, individuos y empresas recurren a los procesos de coaching individuales y/o corporativos para tratar temas tales como:
·   Trabajar el autoconocimiento
·   Aumentar la autoestima
·   Desarrollar la confianza
·   Gestionar más eficazmente el tiempo
·   Desarrollar determinadas habilidades personales y/o  profesionales
·   Identificar y eliminar creencias limitadoras o barreras personales
·   Mejorar la gestión de conflictos
·   Aprender a liderar con efectividad
·   Desarrollar la escucha empática y mejorar la comunicación
·   Superar el miedo a hablar en público
·   Mejorar las dinámicas de equipo
·   Identificar motivadores de estrés
·   Mejorar la motivación personal y/o profesional
·   Alinear objetivos personales con los profesionales
·   Gestionar las emociones
·   Desarrollar la adaptación al cambio

Los procesos de coaching se centran en ayudar a los clientes a realizar una toma de conciencia sobre su realidad, sobre las barreras, retos o problemas que afrontan y sobre los nuevos paradigmas que han de instaurar en sus vidas para alcanzar los objetivos propuestos. Se trabaja el carácter del individuo, no tanto la personalidad; sólo es posible iniciar el camino transformacional hacia el éxito si empezamos desde nuestro interior, analizando nuestras propias creencias, valores, emociones y objetivos.

¡Gracias al coaching, volar de pleno en el ojo de la tormenta no volverá a ser una experiencia tan traumática como lo había sido hasta ahora!

lunes, 11 de octubre de 2010

¿CÓMO SOBRESALIR EN TIEMPOS DIFÍCILES GRACIAS AL HEMISFERIO CEREBRAL DERECHO?


Para los disléxicos, trabajar ciertos procesos mentales del hemisferio izquierdo del cerebro – linealidad y pensamiento secuencial  – puede representar todo un reto. Sin embargo, sus dificultades en este ámbito les pueden conducir a desarrollar más su intuición y su habilidad de resolución de problemas, y a aprender a simplificar las cosas; habilidades éstas necesarias para convertirse en verdaderos visionarios.
Durante décadas, la gran mayoría de las empresas han perseguido a profesionales altamente cualificados para incorporarlos en puestos de responsabilidad. Profesionales dotados de bagajes académicos y laborales excepcionales, con extraordinarias habilidades lógicas y analíticas.
Sin embargo, en los tiempos que corren, con un mercado saturado de potencial humano altamente cualificado debido a la elevada tasa de desempleo, depender de nuestro hemisferio cerebral izquierdo, por mucho que lo hayamos mimado, no es suficiente para tirar hacia delante de una manera provechosa.
¿Qué nos impide dedicarle más tiempo al desarrollo del hemisferio derecho, más centrado en el ámbito intuitivo, holístico, espontáneo y no-lineal? El hemisferio derecho es la imagen; el izquierdo, las mil palabras; el izquierdo se centra en lo que se dice, el derecho en cómo se dice.
Para sobrevivir a los tiempos que corren, individuos y organizaciones debemos plantearnos seriamente las siguientes cuestiones: ¿Puede alguien en China, India u otros países emergentes replicar nuestro producto/servicio de manera más eficiente? ¿Estamos satisfaciendo con nuestro trabajo una verdadera necesidad en una época donde predomina la abundancia?
Si nos centramos también en nuestro hemisferio derecho, podremos trabajar el desarrollo de ideas desde un punto de vista más creativo y emocional, identificaremos nuevas oportunidades y necesidades,  y seremos capaces de transformar ideas que aparentemente no parecían relacionarse en novedosas ideas altamente atractivas para el mercado.
En el ámbito médico, una parte importante del diagnóstico reside en la explicación del paciente. Actualmente, numerosas facultades de medicina en los E.E.U.U. han incorporado a sus programas educativos seminarios que ayudan a estimular en los futuros médicos la escucha, la empatía, la narrativa y la creatividad, todas ellas habilidades que se trabajan desde el hemisferio derecho.
Pero para adaptarnos y destacar más fácilmente en la cambiante realidad de nuestra sociedad actual, debemos dedicarle esfuerzo a trabajar varios elementos de la creatividad humana:
DISEÑO – es el proceso de creación de soluciones. Si hoy en día queremos tener éxito con una idea, hemos de diseñar algo bello, único, estimulante y que despierte nuestras emociones.
HISTORIAS – son la esencia de la persuasión y de la comunicación. Las historias, que son una parte integral de la experiencia humana, no son más que contexto acompañado de emociones y están llenas de información y conocimiento. ¿No es acaso más fácil retener una idea si esta nos llega envuelta a través de una bella narrativa?
SINTONÍA - no es otra cosa que tener capacidad para sintetizar, para no perderse en los detalles, para poder atravesar barreras y para ser capaz de combinar ideas y conceptos dispares en un nuevo concepto original. Se trata de desarrollar la habilidad de establecer relaciones entre cosas no relacionadas, de detectar nuevos paradigmas y de inventar conceptos uniendo partes que nadie antes había pensado en combinar.
EMPATÍA - habilidad para comprender cuáles son las fuentes de inspiración de la gente que nos rodea, para gestar relaciones duraderas y para preocuparnos por los demás. Se trata de ser capaz de ponerse en el lugar de los demás e intuir lo que éstos sienten. En E.E.U.U. se han llevado a cabo investigaciones que demuestran que un paciente tratado por un médico que muestra empatía probablemente tenga mayores posibilidades de recuperarse más rápidamente de su enfermedad.
DIVERSIÓN- cuando disfrutas de una actividad, activas el hemisferio derecho de tu cerebro; es extraño tener éxito con una actividad si no eres capaz de disfrutarla. El humor es una de las mejores formas de inteligencia humana; cuando reímos somos más creativos, y más productivos.
ESPIRITUALIDAD - necesitamos darle un sentido a nuestras vidas. En nuestra sociedad actual, la gente tiene medios para sobrevivir, pero carece de unos objetivos y de una visión vital claramente definidos.
El cambio es inevitable y cuando llega la mejor respuesta no es lamentarse, sino usar todos los recursos personales a nuestra disposición y sacarle el mejor provecho posible. Para ello, el hemisferio derecho es tan imprescindible como el izquierdo.