Hoy en día, invertir en tecnología punta, mejora de procesos e ingeniería de sistemas no basta para asegurar una exitosa implementación de cualquier nueva idea o estrategia corporativa que se haya gestado. Si no se toma en cuenta el factor humano es probable que entre el 50% y el 70% de estas estrategias sean abandonadas a mitad de camino – bien por su baja aceptación entre aquellos de quién realmente depende el éxito de la implementación, o porque no se consigan los resultados esperados dentro del marco temporal acordado.
Acelerar el proceso de implementación permitirá a las empresas que lo consigan obtener unos márgenes de beneficios y unas ventas que superarán en más de un 40% los resultados promedios de su sector; y, para conseguirlo, es imprescindible invertir en el desarrollo de talento y de las personas.
A lo largo de mis 20 años de carrera profesional en diversos sectores y países he visto como fantásticas ideas que podrían haber impactado muy positivamente en la cuenta de explotación de la empresa se convirtieron en frustrados intentos de cambio que sólo lograron acentuar el malestar del capital humano responsable de su éxito. Para llevar las ideas a buen término, hay que prestar especial atención a tres conceptos básicos:
SIMPLICIDAD – Cuanta más simplicidad utilicemos a la hora de comunicar nuestra idea o estrategia, más fácil nos resultará implementarla con éxito, evitando así el riesgo de interpretaciones no acordes con el objetivo previsto. El líder debe identificar también aquellos procesos complejos, repetitivos o que no aporten ningún valor añadido y simplificarlos o simplemente eliminarlos. Se trata de crear unificación y cohesión dentro del equipo de trabajo a través de objetivos claros, alcanzables, motivadores y coherentes.
COHESIÓN – Si todos los empleados de una misma empresa consiguieran remar en la misma dirección, esa empresa sería imparable en el mercado. Algo tan evidente es casi utópico en la mayoría de las empresas, donde a menudo egos y deseos personales predominan sobre los objetivos comunes.
AGILIDAD – Es la única manera de sobrevivir a los continuos cambios y obstáculos con los que nos vamos topando en nuestro camino. Pero esta agilidad necesita apoyarse en la simplicidad y en la cohesión, pues para actuar con imaginación y flexibilidad se necesita una claridad total sobre los estándares y valores que no estaremos dispuestos a aceptar.
Los líderes suelen dedicarle demasiado tiempo a la definición y formulación de estrategias y mucho menos a asegurarse de que éstas sean comprendidas, bien aceptadas y estén alineadas con las necesidades de aquellas personas que serán responsables de su implementación. No basta con transmitir las estrategias; es imprescindible que los altos mandos den ejemplo con sus propios actos y se preocupen por dirigir el clima organizativo, para despertar un sentido de orgullo y pertenencia que ayudará a alcanzar resultados extraordinarios. Así mismo, es necesario identificar y fomentar a aquellos individuos y equipos más hábiles y exitosos de la organización, ya que son estos precisamente los que dan velocidad a los proyectos.
Muchas de las empresas paralizadas por la crisis en estos momentos se encuentran con líderes que carecen de las habilidades adecuadas para tirar el negocio hacia delante.
No es difícil encontrar empleados brillantes para cumplir dichos objetivos; el reto yace en cómo conseguir reducir el tiempo que los empleados necesitan para contribuir con motivación y para que esa contribución no desaparezca con el tiempo.
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