Un líder responsable es un líder capaz de utilizar los recursos de los que dispone en línea con las necesidades del sistema global organizativo en el que desempeña sus funciones, y no en el contexto particular de sus propias necesidades, las de su equipo o de su departamento.
Es exclusivamente a través del desarrollo de este nivel de responsabilidad que será capaz de aportar una mayor contribución a los resultados y al crecimiento de su empresa, evitando así segregar la empresa en pequeños silos departamentales que luchen por mantener o incluso aumentar el tamaño de cada feudo a expensas del crecimiento saludable de la organización.
El líder responsable es buen conocedor de los ingredientes básicos necesarios para que la receta del éxito salga lo mejor posible.
A menudo, el éxito de nuestro trabajo se mide por el esfuerzo y la dedicación con que desempeñamos nuestras funciones y responsabilidades particulares; nuestro esfuerzo puede ser enorme, pero si no focalizamos nuestra atención de manera adecuada el impacto que generaremos en los resultados corporativos será muy limitado. Nuestro esfuerzo debería medirse a través del valor añadido que realmente aportamos tanto interna como externamente, nuestro impacto en la cuenta de explotación, nuestra aportación al crecimiento y expansión de la empresa, nuestra habilidad y voluntad de establecer relaciones sanas con nuestros compañeros de trabajo, clientes, proveedores y entorno en general.
Debemos modificar nuestra actitud y dejar de relacionarnos con nuestros jefes, subordinados, clientes y proveedores para empezar a relacionarnos con personas; personas que colaborarán con nosotros en el desarrollo e implementación de cambios importantes en nuestra realidad organizativa. Cada individuo en la organización debe acostumbrarse a pensar con mentalidad de equipo, a sentir la empresa como suya para que su aportación sea un paso más en el proceso de materialización de los objetivos colectivos de la empresa y, por supuesto, en su proceso de crecimiento personal.
Los departamentos tradicionales de recursos humanos deben limitar la búsqueda de talento externo para evolucionar y convertirse en verdaderos departamentos de Personas cuya función es descubrir y potenciar de manera continua el enorme talento interno que a menudo pasa desapercibido. Los procesos de coaching y la formación a medida son herramientas imprescindibles en estos procesos de desarrollo de personas y talento. Lamentablemente, en épocas de crisis la apuesta por el desarrollo del capital humano se convierte en algo superfluo, cuando realmente debería fortalecerse más que nunca para sacar lo mejor de cada individuo y ayudar a la empresa a conseguir una ventaja competitiva que le permita dar pasos de gigante hacia el camino del éxito.
Por último, debemos dejar de acomodarnos en nuestro trabajo, salir de nuestro círculo de confort y trabajar desde el círculo de influencia para conseguir adaptarnos mejor a la realidad altamente cambiante del entorno en el que nos movemos. Debemos despertar nuestra agilidad mental y responder positivamente ante el reto del cambio, para ser capaces de generar ideas rompedoras que alimenten continuamente nuestra motivación intrínseca.
El éxito de nuestra receta estará asegurado si dedicamos nuestros mejores esfuerzos a confiar y colaborar con las personas que nos rodean para conseguir establecer un entorno sano, dedicado al crecimiento y a la mejora continua, por el bien de nuestra comunidad, de nuestra organización, de nuestros compañeros y, por supuesto, por el de cada uno de nosotros.
No hay comentarios:
Publicar un comentario