viernes, 24 de diciembre de 2010

CONTORSIONISMO ORGANIZATIVO

Al igual que el cuerpo humano, una organización será capaz de gestionar mejor el estrés y el cambio si está en buena forma física. Las empresas que se sepan mantener en forma no sólo lograrán sobrevivir a los tiempos difíciles, sino que además serán las que consigan crecer y desarrollarse de una manera sana.
Flexibilidad, agilidad y resiliencia son las características básicas que definen a una organización que se encuentra en buena forma física.
Las organizaciones FLEXIBLES son capaces de afrontar cualquier reto con optimismo; se adaptan a las circunstancias y buscan proactivamente nuevas oportunidades de crecimiento; suelen cuestionar continuamente las premisas en las que se fundamentan sus estrategias y como resultado adaptan sus estrategias a las necesidades del momento. No se suelen vanagloriar de los éxitos conseguidos apalancándose en el pasado, sino que miran hacia el futuro y asumen que éste será diferente del presente.
Aquellas organizaciones que creen en la rotación continua de personal – tanto a nivel organizativo, como geográfico – como medida de enriquecimiento y crecimiento de su fuerza laboral son un perfecto ejemplo de organizaciones altamente flexibles, que invierten tiempo y esfuerzo en que los individuos aprendan a lidiar con el cambio de manera constructiva y eficiente.
Las organizaciones ÁGILES son las que reaccionan con celeridad al cambio, ya que miran hacia el exterior, hacia el mercado y hacia el mundo. Son capaces de anticiparse al cambio, ya que se han preocupado por entender las tendencias y necesidades del mercado. Se trata de entender cuáles son los posibles escenarios que pueden ocurrir y diseñar posibles estrategias que cubran cada uno de los escenarios previstos. Sin embargo, aunque estas organizaciones se centren en el mundo exterior, no por ello se olvidan de arraigar una fuerte cultura corporativa basada en una misión, visión y valores claramente definidos y comunicados a todos los niveles organizativos.
Las compañías más ágiles son las que se alimentan del conocimiento colectivo de los empleados y saben aplicar con agilidad dicho conocimiento. Obviamente, para poder ser ágil hay que estar primero preparado y la preparación de cara al futuro implica una aprendizaje continuo y constante.
Por último, las organizaciones RESILIENTES son las que tienen suficiente elasticidad para recuperarse después de haber sufrido un revés. Los reveses pueden ser producidos por causas externas, o por riesgos mal calculados a la hora de tomar ciertas decisiones internas.
Las empresas más robustas son menos dadas a dejarse sorprender por el cambio; no obstante, son conscientes de que en ocasiones los cambios les pueden pillar desprevenidos. Las empresas resilientes absorben el shock con rapidez y en seguida se recuperan para seguir hacia delante.
La situación económica actual ha pillado a muchas empresas por sorpresa. Nos encontramos en una situación de extrema incertidumbre que ha provocado que muchas empresas hayan visto una reducción brutal de sus ingresos y beneficios, o incluso hayan tenido que cerrar. Nuestras inversiones han perdido valor y nuestras esperanzan en la seguridad actual y futura se han ido a pique. Sin embargo, hemos de aprender a ver el futuro con otros ojos; sabemos que nada es seguro, así pues, hemos de aprender a aprovechar cada mínima oportunidad de cambio que aparezca. Hemos de saber transformar nuestras empresas en entidades robustas a través de la flexibilidad, la agilidad y la resiliencia, de igual manera que los contorsionistas controlan sus flexibles, ágiles y resilientes cuerpos para sorprendernos cada vez con posiciones nuevas e inverosímiles.

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